viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Cómo no los voy a querer, mis gays adorad@s? Sí a la #LeyDeLibreConvivecia en #Jalisco

Hay dos cosas que siempre me dicen los chilangos cuando saben que soy tapatío: ‘allá no nos quieren a los chilangos ¿verdá?’ y ‘oyes ¿que Jalisco es el San Francisco de México? (por los gays). Uno de los dos señalamientos me apena, el otro… es parte de mi orgullo de ser jalisciense… o como dice la porra: ‘¿cómo no los voy a querer..?’Y les voy a contar por qué…

Hace muchos años, en mi infancia tuve mi primer acercamiento con el tema de los gays (que en ese entonces se conocían como ‘jotitos’) cuando supimos que a Manuel, un decente ‘jotito’ que trabajaba en la casa como jardinero, Sofía, nuestra muchacha, le había quitado esos atributos en dos precisos momentos, el primero cuando los descubrieron a beso y beso borrachos en la sala un día que mis papás habían salido de fin de semana y regresaron antes de lo previsto y que dio como resultado: una regañadota, el perdón a Sofía y el despido de Manuelito. No sin antes oír decir a mi mamá que Manuelito resultó no tan ‘jotito’.

Y el segundo momento fue cuando Sofía y Manuelito decidieron huir de la ciudad, según nos dijo la prima de Sofía que trabajaba con la vecina, con todo y la ropa y la bicicleta de mi papá (que lo dejaron sin un calzón, cuenta mi mamá) para, fuera de miradas díscolas, reiniciar una nueva vida, la de Manuelito, claro está. Aquí, cuando mi mamá volvió a comentar que Manuelito no salió tan ´jotito´ mi papá agregó ‘pero sí un pinche ratero’.

Años después, sentado en la sala de mis abuelos, me vi en la disyuntiva de ‘¿y qué tal si me vuelvo ‘jotito’?’ digo, con tanta desinformación y desprecio a los diferentes que yo, con una sociedad llena de doble moral, haber estudiado en escuela católica, con prejuicios y atemorizado por el ‘ten miedo de Dios’ y la culpa (¡ah! y el hecho de que un primo se fue de su casa corrido porque lo descubrió mi tío con novio), cualquier joven de 12 o 13 años como yo, tenía derecho a creer que cierto día, por gracia (o desgracia) divina, iba a amanecer gustándome los hombres y sería la tragedia mundial, sobre todo para mi papá… después me descubrí viendo durante cuatro horas seguidas el futbol por la televisión… di por descartada esa posibilidad. (Además, fue reforzada por los varios años de investigación que realicé en técnicas eficaces de andar viendo a las hermanas de mis amigos bañarse en la regadera).

El tiempo pasó y conocí, trabajé, quise, quiero, trabajo, me divierto, comparto y lucho a su lado con una cantidad considerable de gays, lesbis y tod@s sus categorí@s, gente hermosa que me han enseñado muchas cosas, ¡ah! y que también han sido una patada en los huevos porque ya no me puedo aventar ningún chiste de gays o lesbis (lechuguitas) frente a ellos porque me echan unos ojos, que qué bárbaros (Esa sería una crítica, también ustedes, sí, ya sé que han sufrido mucho durante generaciones, pero tienen que ser más abiertos al humor #FavorDeNoMamar). En fin, la cosa es que me han hecho sentir muy bien a su lado y poco a poco he entendido y aprendido su lucha y sus derechos, claro, porque tuve que aprenderlos. Por eso la lucha lésbico-gay-transexual-y-anexas por sus derechos es también mi lucha.

Y ¿cómo no los voy a querer? Si a la última fiesta gay que fui nos embarazamos de mi hermosa Lorenza… ¡jajaja! fue lo más chingón que me ha pasado en la vida… ¡gracias a tod@s!

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